La importancia de la Amígdala Cerebral
La amígdala cerebral la
descubrió el fisiólogo alemán Karl Burdach
en el siglo XIX. Es una estructura que recibe ese nombre por su parecido al
de una almendra También se conoce como
complejo amigdalino o cuerpo amigdalino. Está formado por dos grupos de núcleos
neuronales situados en la profundidad de nuestro cerebro, en el interior de
los lóbulos
temporales. Es una estructura presente
tanto en animales vertebrados complejos como en humanos y está compuesta por
grupos de neuronas diferentes que se organizan en núcleos, y que cada uno tiene
roles distintos
La amígdala tiene un funcionamiento complejo y participa principalmente en el
miedo y en una gran variedad de funciones, aunque destaca por su papel en el
procesamiento emocional, participando también en la memoria y en la toma de decisiones.
La amígdala cerebral forma parte del Sistema Límbico, un
conjunto de estructuras cerebrales interconectadas que cumplen varias funciones
básicas relacionadas con los instintos y la supervivencia de la especie como el
hambre, la sed, el sexo, la memoria y las emociones más
primarias.
Heinrich
Klüver y Paul Bucy descubrieron que, si
extirpaban toda la amígdala y las cortezas temporales en monos, se producía
embotamiento afectivo, pérdida de miedo, domesticación, alimentación
indiscriminada, hipersexualidad e hiperoralidad.
Nos podemos asustar y damos un sobresalto incontrolado cuando confundimos
un estímulo que no es peligroso (una cuerda) con uno peligroso (una serpiente),
ya que reaccionamos antes de poder llegar a un pensamiento consciente y
acertado, lo que ayuda a nuestra supervivencia. De este modo podemos tener
miedo sin saber por qué en situaciones similares vividas con anterioridad. El núcleo central se conecta con regiones del tronco cerebral,
controlando la expresión de respuestas de miedo, inmovilización y reacciones endocrinas y
autonómicas, como la huida, generando la producción de la adrenalina,
acetilcolina, la serotonina, y la dopamina, que activan nuestro cerebro y nos hacen reaccionar
ante el peligro, produciendo aumento de la temperatura corporal, temblores, aumento
del ritmo cardíaco, sudor, nerviosismo, es decir un estado de alerta.
El núcleo medial produce las conductas emocionales ya que recibe información del bulbo olfatorio y transmite esta
información a los núcleos hipotalámicos, teniendo una importancia fundamental
en lo relacionado con la reproducción y la defensa.
La amígdala también proyecta en áreas que controlan la musculatura facial
como el nervio trigémino, adoptando nuestro rostro la expresión facial propia
del miedo (ojos muy abiertos, cejas elevadas, labios tensos y boca abierta).
– Memoria y emociones: la amígdala forma parte de un sistema general para la memoria de tipo
emocional. Este tipo de memoria es la que nos permite recordar qué pistas del
entorno se asocian con un acontecimiento peligroso, beneficioso o agradable.
Así, ante la aparición de esas claves en el futuro, puede generarse una
respuesta automática de miedo o acercamiento, con el objetivo de promover
nuestra supervivencia.
La activación de la amígdala ante estímulos que nos provocan miedo o
felicidad causa una potenciación de nuestra memoria. Es decir, recordamos mejor
las cosas que nos ocurren cuando surgen emociones intensas simultáneamente, así
el arousal o activación emocional es la que facilita que los recuerdos se consoliden.
De hecho, existe un estudio que demuestra que se recuerdan mejor las
palabras vinculadas a alta excitación emocional y se recuerdan peor las
neutras.
– Respuesta al placer: la amígdala no sólo se centra en el miedo, también vincula datos del
ambiente con elementos tanto apetitivos como no apetitivos de un estímulo, participando
en todas las drogodependencias.
– Diferencias sexuales: está comprobado que la amígdala presenta variaciones según si hablamos del
sexo femenino o del sexo masculino. Eso explica por qué se observan ligeras
diferencias entre hombres y mujeres en la memoria emocional y en las respuestas
sexuales. De hecho, parece que los hombres poseen una amígdala de mayor tamaño
que las mujeres, casi el doble de tamaño (Goldstein et al., 2001). Siendo el
tamaño causa de mayor agresividad y problemas de convivencia, incluido la
Violencia de Género
-Creencias limitantes y secuestro
emocional: cuando creemos en algo firmemente, sea cierto, correcto o no, como
cuando estamos enamorados, la amígdala nos hace actuar, pensar y sentir de
forma que difícilmente podemos dialogar, pensar y actuar correctamente. El
autoconocimiento y la autoestima nos ayudan a evitarlo
– El control de la amígdala se puede aprender Una de las formas en
las que vamos logrando un control emocional más adaptativo a medida que
crecemos, es por la maduración de las conexiones existentes entre la amígdala y
la corteza pre-frontal donde actúa la Inteligencia
Emocional y la Inteligencia Ejecutiva. La maduración de estas conexiones va
ligada a la etapa de la adolescencia.
De esta forma problema se presenta de forma especial
en la adolescencia, cuando se incrementa el cambio hormonal, el apetito sexual,
crecemos muscularmente y aumenta nuestra fuerza y no tenemos el control
emocional ni suficientemente preparada la Inteligencia Ejecutiva, por lo que
los varones somos potenciales agresores sin la educación adecuada y nos
equivocamos, todos, en la toma de decisiones.
La educación en Inteligencia Emocional y Ejecutiva es
fundamental para evitar o al menos paliar la Violencia de Género, la de pareja,
la de los adolescentes en los centros educativos y en la familia, teniendo en
cuenta que las parejas homosexuales pueden sufrir el mismo problema. Se puede
educar desde muy jóvenes y es necesario formar a maestros, padres y
profesorado, incluido los inspectores de educación, para avanzar con firmeza en
la buena convivencia de los centros escolares y en la lucha contra la violencia
de género. Las manifestaciones populares, los debates televisivos y artículos
de opinión en contra de la Violencia de Género y la agresividad de los
adolescentes del Siglo XXI no sirven de nada si no se dedica el suficiente
esfuerzo y recursos, para la formación sobre la materia, de forma científica,
crítica y creativa.